Cuando se manipula la materia a una escala minúscula, esta presenta propiedades extraordinarias y diferentes a la escala micro o macro. Por ello, la nanotecnología permite mejorar ampliamente las propiedades, entre ellas las mecánicas y barrera, la estabilidad térmica o la biodegradabilidad.
De ahí que los fabricantes apuesten por mejorar el rendimiento de sus productos y procesos, dando lugar a artículos de mayor calidad, con nuevas y mejores prestaciones, con más valor añadido y adaptados al consumidor.
La nanotecnología ya está presente en un gran número de productos que han mejorado sus prestaciones. Estas diminutas partículas –la nanotecnología trabaja en una escala igual o inferior a 0,1 milésimas de milímetro–, hacen posible diseñar lentes irrayables, pinturas antigrietas, protectores solares transparentes o cosméticos más eficientes. Esto son solo algunos ejemplos cotidianos de lo que puede suponer para nuestra forma de vida el uso de estos avances orientados a la generación de nuevos negocios y mercados para las empresas.
Economía 3 en colaboración con la Red de Institutos Tecnológicos de la Comunidad Valenciana, Redit, ha querido explorar más de cerca este campo, en el que ya trabajan la gran mayoría de centros tecnológicos y las posibilidades que el mismo permite a las empresas. Como ejemplo de este trabajo nos centraremos en la labor que realizan Itene y Aido, así como dos firmas invitadas,Chimigraf y Pinturas Blatem.
Susana Otero, responsable de Impresión Avanzada y Recubrimientos de Aido, defendió que en un entorno cada vez más competitivo y con una sociedad que demanda mejores prestaciones, a la vez que seguridad y sostenibilidad: “El uso de nanotecnologías para el desarrollo de productos con nuevas y mejores propiedades está despertando grandes expectativas por su capacidad para dar origen a innovaciones radicales, que ya se pueden traducir en productos de alto valor añadido orientados a nuevos nichos de mercado”.
Junto a Nuria Herranz, jefe de proyectos de Sistemas Inteligentes Avanzados de envase y embalaje de Itene detallaron que la investigación en materiales a escala nano, materiales funcionales y avanzados está permitiendo incorporar mejoras en producto (propiedades ignífugas, mecánicas, de resistencia a la corrosión, barrera,…), nuevas funcionalidades (superficies hidrófobas, autolimpiables, antimicrobianas e inteligentes…), mejoras en cuanto a eficiencia energética o confort y en el procesado del producto, al requerir menos tiempos de curado, entre otros.
Asimismo, resaltó Otero la enorme relación superficie/volumen que ofrecen las nanopartículas. “En concreto en el campo de recubrimientos se consiguen importantes mejoras de producto, con porcentajes bajos de incorporación de nanocarga (generalmente por debajo del 5%)”, indicó.
Herranz explicó cómo Itene, que cuenta con una Planta de Procesado de Nanomateriales –“un reactor y una planta piloto en la que obtenemos nanoarcillas y nanorefuerzos para aplicaciones de envase”– utiliza la nanotecnología para modificar las propiedades del material destinado a la industria y así conseguir hacerlo “a la carta” con mejores prestaciones.
Entre otras investigaciones, el centro tecnológico trabaja principalmente en: nuevos materiales biodegradables más resistentes; en introducir sustancias activas en envases que prologuen la vida útil de los alimentos; y en obtener materiales con propiedades inteligentes, como por ejemplo, el cambio de color por un determinado estímulo que se produzca durante la cadena de distribución.
“Contamos con varias patentes en el campo de la nanotecnología aplicada a los nuevos materiales de envase y embalaje. Hemos desarrollado nanoarcillas que, introducidas en el ácido poliláctico, que procede del maíz, permiten crear un material biodegradable con mejores prestaciones”, ejemplificó. Además de mencionar los envase activos (aquellos capaces de alargar la vida útil del producto), centró su explicación en los envase inteligentes (capaces de indicar lo que le ocurre al producto envasado). En este sentido presentó un proyecto que desarrolla conjuntamente con la firma Chimigraf, especializada en el desarrollo de tintas líquidas. Se trata de unas etiquetas impresas con tintas que reaccionan con los compuestos volátiles del producto contenido en el envase, es decir con el deterioro del mismo. “Si se detecta que el producto va caducando, la tinta reacciona cambiando de color”, dijo.
Junto a Antonio López, director comercial de Chimigraf, la técnico explicó que el proyecto, -que responde a la preocupación de la Unión Europea por disminuir la cantidad de alimentos que se desperdician y acaban en la basura-, está en fase de escalado industrial “estamos a punto de presentar la patente de esta tinta indicadora de frescura, ya hemos desarrollado sus componentes básicos y optimizado su formulación”.
“Investigamos a la vez que se va legislando, y este es un proceso largo, en dos años más estimamos que acabará el proyecto”, “ahora estamos realizando los ensayos y pasando todos los trámites que establece la EFSA, la autoridad europea de seguridad alimentaria para poder comercializar el producto”, concretan instituto y empresa.
REINVENTARSE PARA COMPETIR
Con más de 40 años en el mercado, Chimigraf es todo un referente en la fabricación de tintas líquidas. En este segmento la empresa puramente familiar –ya que hace unos ocho años el socio mayoritario de origen italiano vendió su participación a la que es hoy la familia propietaria, entonces socia minoritaria– es la segunda compañía en el mercado nacional.
Cuenta con 150 empleados y centros productivos en Barcelona, Valencia y Madrid, donde desarrolla más de 10.000 toneladas de tintas al año para el sector del cartón ondulado, embalaje y film continuo. Además de vender en más de 60 países ha abordado el proceso de internacionalización con la apertura de filiales en Francia e Italia. De ahí que prácticamente la mitad de su volumen de negocio proceda del mercado internacional. La compañía espera cerrar 2013 con una facturación cercana a los 37 millones de euros.
Desde finales de los ‘90, principios de 2000 la compañía ha apostado fuertemente por las tintas para impresión digital, iniciando la fabricación de tintas Inkjet, de alto contenido tecnológico y mayor valor añadido, donde la nanotecnología está siendo un pilar fundamental. “Los orígenes fueron complicados, porque cuando uno comienza a hacer cosas que nadie hace, podemos decir que realmente está inventando, y muchas veces surge la duda existencial, sobre si lo que está intentando hacer, realmente se puede conseguir o simplemente no es posible”, recordó el director comercial de la firma.
En este sentido y para evitar “contaminar” este proceso productivo, “con los vicios adquiridos en la fabricación convencional”, la firma impulsó un centro productivo independiente para la fabricación Inkjet. “Hay que tener en cuenta que estas tintas se destinan a máquinas con muy altas prestaciones, capaces incluso de disparar hasta 3.000 millones de gotas por segundo, con lo cual es imprescindible utilizar nanonopartículas”. “Nos tuvimos que reinventar como fabricantes de tintas para llegar a tamaños que nos permitiesen alcanzar esa velocidad de rellenado y evitar errores de impresión, teniendo también en cuenta la velocidad de avance del material”, apuntó López. El directivo reconoce que gracias a esta tecnología, la firma ha conseguido abrir nuevos mercados, orientándose a segmentos de “mayor tecnología y por tanto, de mayor valor añadido y margen”, algo que la firma ha ajustado mucho en estos años de crisis.
Fuente: Ecoomia3
Por: Ana Gil
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